Chicago, IL
2018: El mural Nuestra Historia, en La Villita, muestra la historia, el orgullo cultural y el activismo de la comunidad.
Courtesy of J. Weller and P. Morales Fuentes, UIC.
La población de La Villita, situada en el tercer corredor industrial de Chicago, enfrenta racismo ambiental sistemático, exacerbado por la corrupción de políticos y corporaciones que dan prioridad a las ganancias a costa del bienestar de las personas. La vigilancia, la criminalización de la población migrante y el uso de la tierra para fines de encarcelamiento revelan la intersección entre la injusticia ambiental y la inmigración en La Villita.
En los 1990, la frecuencia de fenómenos climáticos drásticos y el inicio de NAFTA/TLCAN aumentó la afluencia de inmigrantes de América Central, México y los EE.UU. Instalada en La Villita, la población inmigrante hace frente a ambientes tóxicos debido a legislación urbanística y discriminación derivadas de la vigilancia del siglo XIX destinada a proteger intereses industriales.
Grupos de activistas y especialistas reconocen la desigualdad social como un factor principal que limita la adaptación al cambio climático e impulsa la migración. La vida comunitaria mejora en La Villita gracias a campañas como “Lucha por el derecho a respirar”, programas de desarrollo juvenil, orgullo y resistencia comunitarios, y prácticas ecológicas.











